CON EL SUDOR DE SU FRENTE
Para él esta es la única forma de ganarse la vida, ya que su analfabetismo le impide acceder a cualquier trabajo formal o hasta iniciar otro tipo de negocio.
Tomás ofrece sus múltiples tipos de frutas a los transeúntes que encuentra en las calles. Actualmente los niveles de ventas no están en su mejor momento, pero espera a que las cosas mejoren pronto.
La rutina de Tomás Vicente Morillo es la misma todos los días: se dirige al Mercado Nuevo de la avenida Duarte, compra múltiples tipos de frutas y las vende en las calles del Distrito Nacional sobre su triciclo viejo.
Este es el oficio que aprendió de su padre desde que llegó hace años desde El Cercado, San Juan. Para él esta es la única manera posible de ganarse la vida, ya que su analfabetismo le ha cerrado las puertas para acceder a cualquier trabajo formal o hasta iniciar un negocio más ambicioso.
Consciente de sus limitaciones no se queja de su oficio, aunque manifiesta preocupación por la reducción de sus niveles de ventas diarias. Mientras tanto se conforma con salir diariamente de casa y echar suerte mientras pedalea por las calles de la capital.
“Yo veía a mi papá haciendo esto y por eso yo seguí sus pasos, porque no tenía otro trabajo”, cuenta Tomás, quien tiene 37 años.
Vive en Villa Liberación, Santo Domingo Este y se traslada todos los días hacia el centro de la ciudad en una guagua, mientras deja su triciclo custodiado en la avenida Duarte, donde paga RD$30 diarios por el servicio.
“Hoy yo he vendido RD$750. No es bueno, porque imagínate tu, si inviertes RD$700 y RD$800 y a esta hora (una de la tarde) que hayas vendido RD$750, no es bueno. La situación está mala. No hay dinero. La caja de guineos que compré esta mañana todavía la tengo ahí”, explica.
Cuenta que ha cogido prestado en diversas ocasiones, a “un hombre” cerca de su casa, con el fin de hacer inyecciones de dinero a su negocio.
El dinero que consigue diariamente lo reinvierte en la compra de nuevos productos, o lo utiliza en la reparación de su principal herramienta de trabajo: su triciclo. Cuenta que ayuda a su hermana a cubrir los gastos domésticos, especialmente porque se encuentra soltera.
No ha intentando conseguir un empleo mejor porque no sabe leer ni escribir. “No sé de letras. Por eso estoy cogiendo sol aquí, porque no sé leer”.
“Bueno, ya esto lo voy a guardar porque el Sol está picando mucho”. Generalmente se despide de las calles luego de las tres de la tarde. Cada día sale a las nueve de la mañana, pero sale al mercado alrededor de las siete de la mañana. “Yo estoy pasando trabajo en casa de una hermana mía, porque yo no produzco con esto para pagar una casa de RD$1,000 ni de RD$2,000”.
Trabajo
El sector informal tiene un gran peso dentro de la economía dominicana. En 2000 el 50.8% de las personas ocupadas operaban en el sector informal, y en el 2005, este porcentaje se elevó a 56.2%. Las cifras provienen de la Unidad de Información Social (UIS) del Secretariado Técnico de la Presidencia.
Se han encontrado aumentos significativos en algunos sectores, como el caso de la agricultura y la ganadería, en los cuales el empleo informal creció de 81 a 88% entre 2000 al 2005. En la construcción hubo un aumento del 77 al 85%, en el comercio subió de 61 a 70% y en el sector transporte y comunicaciones, el empleo informal aumentó de 69 a 73%.
Esta informalidad en el mercado de trabajo refleja precariedad estructural y representa más que un reto para el país, según los estudios.
Aunque la economía informal se ha asociado frecuentemente a países en desarrollo y economías emergentes, todos los sistemas económicos, participan de ella. Esta economía no solamente causa un daño patrimonial a los ingresos del Estado, porque se dejan de percibir los impuestos de una parte importante de la población, con el consiguiente quebranto económico. Ha sido criticada duramente por quienes alegan que sirve a menudo para disfrutar indebidamente de beneficios sociales, subvenciones y subsidios, al ocultar una parte de las rentas.
Economía informal
La economía informal genera entre la mitad y las tres cuartas partes de todo el empleo no agrícola en los países en desarrollo. Aunque no es posible generalizar respecto a la calidad de los empleos informales, con frecuencia implican malas condiciones laborales y está relacionada con el aumento de la pobreza.
El empleo informal puede carecer de protección, como el impago de salarios, obligación de horas extra o turnos extraordinarios, despidos sin aviso ni compensación, condiciones de trabajo inseguras y ausencia de beneficios como las pensiones, el reposo por enfermedad o el seguro de salud. Esto si no es independiente.