La gigantesca embarcación no está hecha para navegar, sino con el fin de aprovechar recursos marinos. Pesará 600 mil toneladas para una superficie de 3.331 metros cuadrados. Más de 600 personas en todo el mundo trabajan en la nave, que anclará cerca de Australia
El barco más grande del mundo está siendo construido, y será lanzado al mar en 2017. De increíbles dimensiones, supera ampliamente al Titanic, aunque a diferencia de éste no tendrá como fin trasladar pasajeros en busca de un viaje de placer.
El coloso recibe, por el momento, el nombre genérico FLNG (gas natural licuado flotante, por su sigla en inglés). Tendrá 600.000 toneladas y 3.331 metros cuadrados de superficie, y el objetivo de aprovechar los recursos marinos.
Este proyecto está comandado por la compañía anglo-holandesa Shell, que apunta a concretar un gran negocio en el futuro, gracias al creciente aumento en la demanda de gas licuado.
Según informa el diario El País, solo hay en el mundo cuatro o cinco dársenas en seco suficientemente grandes. Por eso la estructura no podrá montarse en cualquier lugar.
Anuncian que en 2012 se abrirá a primera sección del navío y en 2017 echará el ancla en la costa norte de Australia. Sucede que en las profundidades del fondo marino de esta área existen grandes reservas de gas natural de las cuales sacar provecho.
Neil Gilmur, director del proyecto explica: "la manera tradicional de transportar gas en el mar es a través de gasoductos. Así se hace en el Mar del Norte, donde las plataformas están cerca de la costa". Pero, en los 200 kilómetros que separan la reserva de las playas australianas no hay gasoductos construidos.
Agrupaciones ecologistas ya manifestaron su preocupación por la actividad del barco. que emitirá más de dos millones de toneladas de gases con efecto invernadero al año. Argumentan que la actividad de extracción y las tuberías bajo el agua afectarán negativamente el medio marino.
En tanto, el ministro de Recursos y Medioambiente en Australia, Tony Burke, se mostró satisfecho con este método, al que consideró práctico: "cuando se te acaba el gas de esa reserva te llevas el barco hasta la siguiente".
Además, Burke elogió la reducción de emisiones que supone este proyecto en comparación con otras estructuras.
La vida útil de la reserva australiana está estimada en unos 25 años. Una vez finalizado ese período, el gigante emigrará, quizás por última vez, rumbo a una nueva reserva.
El coloso recibe, por el momento, el nombre genérico FLNG (gas natural licuado flotante, por su sigla en inglés). Tendrá 600.000 toneladas y 3.331 metros cuadrados de superficie, y el objetivo de aprovechar los recursos marinos.
Este proyecto está comandado por la compañía anglo-holandesa Shell, que apunta a concretar un gran negocio en el futuro, gracias al creciente aumento en la demanda de gas licuado.
Según informa el diario El País, solo hay en el mundo cuatro o cinco dársenas en seco suficientemente grandes. Por eso la estructura no podrá montarse en cualquier lugar.
Anuncian que en 2012 se abrirá a primera sección del navío y en 2017 echará el ancla en la costa norte de Australia. Sucede que en las profundidades del fondo marino de esta área existen grandes reservas de gas natural de las cuales sacar provecho.
Neil Gilmur, director del proyecto explica: "la manera tradicional de transportar gas en el mar es a través de gasoductos. Así se hace en el Mar del Norte, donde las plataformas están cerca de la costa". Pero, en los 200 kilómetros que separan la reserva de las playas australianas no hay gasoductos construidos.
Agrupaciones ecologistas ya manifestaron su preocupación por la actividad del barco. que emitirá más de dos millones de toneladas de gases con efecto invernadero al año. Argumentan que la actividad de extracción y las tuberías bajo el agua afectarán negativamente el medio marino.
En tanto, el ministro de Recursos y Medioambiente en Australia, Tony Burke, se mostró satisfecho con este método, al que consideró práctico: "cuando se te acaba el gas de esa reserva te llevas el barco hasta la siguiente".
Además, Burke elogió la reducción de emisiones que supone este proyecto en comparación con otras estructuras.
La vida útil de la reserva australiana está estimada en unos 25 años. Una vez finalizado ese período, el gigante emigrará, quizás por última vez, rumbo a una nueva reserva.
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