El cuero de una especie de sapo de América latina importada por Australia, donde se convirtió en plaga nacional, es un preciado accesorio de moda en Europa y se vende ahora al resto del mundo.
La historia tiene todo de un cuento de hadas moderno y arranca en el siglo pasado, cuando Australia decide importar el sapo Rhinella marina, una especie de batracio gigante tropical que abunda en América central y el norte de Sudamérica, para combatir coleópteros dañinos para la agricultura.
La saga del sapo que termina como accesorio de moda en Europa, donde es usado por hombres y mujeres, teñido en fuxia, turquesa, amarillo o verde, convertido en pulsera, cinturón, colgante o monedero, es una historia digna de ser contada.
Incluso aquellos que tienen gustos más clásicos sucumben a la tentación de cambiar el oro y las perlas por este cautivante amuleto de la era moderna, un sapo de piel tan frágil como la víbora pitón y cuyos ojos no son los de él: se substituyen por piezas de vidrio o piedras semipreciosas.
Todo comenzó en París hace poco más de dos años. “Un amigo me había ofrecido una ranita amuleto neozelandesa embalsamada que me provocaba cierto rechazo, pero que terminó fascinándome, cuenta la diseñadora polaca Monika Jarosz, de 35 años, en su casa-taller instalada en una ex lechería del barrio parisino de Belleville.
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